¿Sirven los talleres literarios? ¿Se puede enseñar a escribir? Es extraño lo que sucede con la escritura, como si se partiera de una desconfianza original. Porque a nadie se le ocurriría preguntar si las clases de guitarra, de danza, de escultura o de teatro sirven para algo. Tal vez se deba a que todos saben, o creen saber, mal que bien, escribir correctamente, o al menos muchos más de los que tienen una relativa facilidad para actuar, o bailar, o tocar la guitarra...
Sencillamente porque no se puede (no se puede enseñar, en verdad, lo que convierte a alguien que escribe en un escritor singular: inteligencia, originalidad, sabiduría, cultura, sensibilidad, sentido del humor, imaginación, experiencia vital, una mirada o una idea propia del mundo)(Maxiliano Tomás en La Nación)
El novelista y dramaturgo Hanif Kureishi es de otra opinión. Califica los cursos de escritura creativa, la denominación habitual en el ámbito anglosajón, como una " pérdida de tiempo”
Paradójicamente, él se dedica a la docencia en ese campo a través de una cátedra en la Universidad de Kingston. El autor de El Buda de los suburbios afirma que el 99,9 por ciento de los alumnos , incluido los suyos, no tienen talento como escritor. No cree que la escritura creativa sea una habilidad que se pueda enseñar, y por lo tanto él no habría pagado miles de euros por inscribirse en un curso de tal tipo.
"Una gran novela tiene más de imaginación que de estructura. Muchos de mis estudiantes simplemente no puede contar una historia; pueden escribir oraciones, pero no saben cómo hacer que que una historia llegue hasta el final a través de ella sin que la gente se muera de aburrimiento en el camino. Es una cosa difícil de hacer y se debe tener una gran habilidad para ello. ¿Se puede enseñar eso? No creo que se pueda."
Si se toma como ejemplos el Frankenstein de Mary Shelley - o Jekyll y Hyde de Stevenson, o Dorian Gray de Wilde, o la Metamorfosis de Kafka , o cualquiera de las obras de Carver o Plath – se tiene que pensar en la inverosimilitud salvaje, la audacia y brillantez de la idea del artista sobre la metáfora, en lugar de la disposición de los párrafos. Una vez que empiezas a pensar en ello, tiene que pensar en la imaginación y cómo funciona, de dónde puede provenir, y hacia dónde puede llevarte. Entonces estarías en problemas provechosos.
La mayoría de la gente tiene buenas ideas todo el tiempo, pero simplemente prefieren no tenerlas en cuenta. Sin embargo, los autores mencionados encontraron soluciones a los conflictos que les estaban molestando, o incluso atormentando; los conflictos que debieron parecer como abismos o imposibilidades de la época, y que exigieron un salto creativo hacia una nueva forma de ver las cosas. Su imaginación fue transformadora, un ir más allá -lo que requiere que algo nuevo se haga fuera de las cosas viejas-, que se juntaron en combinaciones chocantes y perturbadoras pero que tienen frescor, incluso hoy en día.