Piense en un vendedor de libros que se presenta en su casa y le ofrece su producto estrella: una enciclopedia.
Le asegura que la enciclopedia es universal, con tantos vocablos, referencia o entradas como se quiera y que se revisa continuamente, para tenerla actualizada. Bueno, no todo; disponen de editores que censuran algún tema, depende de qué se trate.
El vendedor le advierte que la información es proporcionada por colaboradores anónimos, cuyas contribuciones no finalizan nunca y que pueden cambiar constantemente. Añade el vendedor, para más información suya, que gente famosa, empresas e instituciones pagan para que se editen entradas positivas hacia ellos o compensen las entradas negativas que menoscaben su imagen.
Como es un vendedor honesto, le dice que algunos bromistas y metepatas se dedican de vez en cuando a estropear las contribuciones realizadas con el mejor ánimo y la máxima fidelidad posible a la verdad, cambiando entradas a su antojo e introduciendo embustes y engaños. Por ejemplo, que informan de acontecimientos que nunca ocurrieron.
El animoso vendedor le avisa que extreme la precaución cuando utilice la enciclopedia en el ámbito académico y científico porque la información de la enciclopedia no estará nunca contrastada al ciento por cien.
Finalmente, el vendedor le anuncia la oportunidad única de utilizar esa magnífica enciclopedia, sin que usted esté seguro que la información contenida en la misma es cierta o falsa. Pero, la enciclopedia está a precio de saldo, casi gratis.
¿Le interesaría a usted?
Wikipedia es dañina, anuncia la muerte de la verdad.
(Sobre una idea del escritor Nigel Scott para Spided online)