CUERPO DE AMOR, MORTAL Y ROSA

Los elogios hacia la obra de Carlos Marzal, especialmente hacia su obra poética, no han cesado desde que publicase su primer poemario El último de la fiesta en 1987.  La misma editorial, Renacimiento, le publicó el segundo La vida de frontera antes de gobernar su rumbo con editoriales de mayor renombre y comenzar a saborear las mieles del éxito.  Con Metales pesados (2001) obtuvo  el Premio Nacional de la Crítica y el Nacional de Poesía. Al siguiente año, y con Fuera de mí, ganó el Premio Internacional de Poesía de la  Fundación Loewe.

Carlos Marzal nació en Valencia en 1961. Estudió Filología Hispánica  y se dedicó a la poesía de lleno desde el primer momento, aunque también ha sido codirector de Quites, revista de literatura y toros, ha publicado novelas de éxito y es articulista frecuente en diversos periódicos. Sus primeros pasos le dieron a conocer como adepto aventajado del movimiento poético representativo de los 80 conocido como „poesia de la experiencia“, una poesia construida sobre el „deliberado desequilibrio entre experiencia e idea“; una poesia que se manifiesta como experiencia de la que algunas ideas pueden abstraerse como un proceso de racionalización. Como poeta de la experiencia ha sido reconocido frecuentemente, un calificativo del que participa en la medida que sirve para ponerle en primera plana, pero con el que no identifica plenamente su poesia.


La experiencia, para mí, constituye el entero patrimonio físico y espiritual de la vida del hombre. Tan perteneciente a la experiencia es el universo cultural, como los acontecimientos biográficos. Tan propio de la intimidad es lo soñado como lo acontecido dentro de los límites de la cotidianeidad. El lenguaje no existe sino como la experiencia que cada cual posee del lenguaje en abstracto y de su uso en concreto. El fenómeno religioso, el psiquedélico, el místico son partes de un todo que podemos denominar con la palabra experiencia, que alude a los intereses del hombre en todos los ámbitos.

"Carlos Marzal es el que con más rigor maneja el sonido del verso y el ritmo del poema, aun en su etapa más canalla. Uno suele nacer a la literatura con ciertos poemas, con ciertos autores, y yo nací también en la voz descreída, burlona y pasota de la poética de “Las buenas intenciones”, del ponerse poeta algunas tardes del joven Marzal. Aquel joven, como dijo, en el que no me reconozco en los poemas. La vida de la frontera (1991) y Los países nocturnos (1996) continuaron un camino de madurez poética, de madurez personal, que fue dejando atrás las bromas y la noche para celebrar una existencia a brechas pesimista y para honrar la contemplación. Metales pesados (2001) culminó la trayectoria con el Premio Nacional de Poesía con una entonación existencialista que había mutado la voz paródica del malditismo por una introspección exacerbada de versos antológicos, que propició el canto de plenitud de una poesía ya burguesa, de casas de verano y regocijos hímnicos de uvas y banquetes que vendría en Fuera de mí (2004) y en los recientes Ánima mía o Los otros de uno mismo (2009)“.  (Sanchís Amat)

En la evolución evidente del poeta se mantiene constante algunas de sus características, como el barroquismo estilístico, un cierto arcaismo heredero de la tradición poética del siglo de oro, musicalidad y ritmo forzado para compactar en versos sus ideas y la fuerza de sus poemas . Quizá sea en los poemas temáticamente centrados en la flor donde se destaque con claridad el perfil poético de Carlos Marzal. Uno de sus poemas más conocidos, El juego de la rosa. enlaza con la „tradición clásica mediante el empleo renovado de la metáfora de la rosa. El poema establece el punto de vista del autor de la relación entre las palabras y las cosas. Constituye, sin pretenderlo explícitamente, una de las más inspiradas, intensas e interesantes poéticas de Carlos Marzal“

Hay una rosa escrita en esta página,
y vive aquí, carnal pero intangible.
Es la rosa más pura, de la que otros han dicho
que es todas las rosas. Tiene un cuerpo
de amor, mortal y rosa, y su perfume
arde en la sinrazón de esta alta noche.
Es la cúbica rosa de los sueños,
la rosa del otoño de las rosas.
(leer poema completo)

Las apelaciones sensoriales se imbrica en el juego de ideas, con cierto regusto a las formulaciones  del siglo de oro hispánico, junto a la polisemia y multiplicidad de usos de la palabra rosa. Hay quien critica la falta de fluidez en el discurso poético, pero es innegable la fuerza de sus versos. Por ejemplo en su poema Aquel pétalo:


En el jardín de invierno
su aura inhóspita,
sin otro relator que esta mirada,
sin más cantor que mi sorpresa muda,
he visto desasirse
de su rama aterida,
caer desde el confín
de su corola exhausta,
al demorado pétalo de otoño.
A contrasol,
translúcido en el aire que lo acoge,
a contraluz,
ardiendo del fulgor en donde habita,
su palidez sin savia ha levitado
un instante en la ruta hacia su nada:
vi la inmóvil centella en su declive.
(leer poema completo)

El acomodamiento forzado y arcaico de la primera parte, con un hálito decaido y de resonancias becquerianas, se vivifica con la riqueza y pujanza del resto del poema, como en los versos "ardiendo del fulgor en donde habita, / su palidez sin savia ha levitado / un instante en la ruta hacia su nada“ que contrasta vida y muerte con riqueza de matices descriptivos, en pocos versos, a la vez que muestra en pocas palabras el microcosmos reducido de un pétalo, tomando como  referencias la luz y la vida que se extingue en él: contrasol, translúcido, contraluz, fulgor, palidez, sin savia, nada, centella, declive.

Hoy estoy convencido de que con casi cualquier poética –casi, para no resultar maximalista– se puede hacer buena poesía, o, lo que es lo mismo, estoy convencido de que las poéticas, que sirven para poco, no representan maneras enfrentadas de entender la poesía, sino sendas distintas para llegar a un mismo centro: el de la emoción estética.

Flores para vosotros es otro poema de esa larga serie temática que aflora de vez en cuando en Carlos Marzal. Pertenece a uno de sus poemarios más recientes: Fuera de mí

Para que no las marchitáseis nunca,
para que no pudieran corromperse,
para que en su entelequia no caduquen,
no las he puesto aquí,
sino más dentro.

He cogido las flores sin cogerlas,
para que se conserven en nostalgia,
para que por deseo se emancipen.

Ni siquiera son flores lo que os traigo.
son la flor de la flor, su maravilla.
su despacioso reventar
comprimido en un soplo de pujanza.
(leer poema completo) 
 
Del poema, dice Díaz de Castro: "Necesariamente la voz que sostiene toda esta poesía ha ido también  modificando sus registros, revisándose a sí misma, adquiriendo mayor espacio  para la libertad imaginativa y, al mismo tiempo, revistiéndose de complejidad  de sentidos, de acuñaciones paradójicas, de difíciles equilibrios conceptuales,  habida cuenta de la convicción de fondo de la que sigue partiendo la poesía  de Marzal . Se señala en la primera estrofa la conciencia de la caducidad de la que parte la invención de estas flores inmateriales, y por ello inmarcesibles, a salvo de la corrupción y de la caducidad. Carlos Marzal lleva su sentido hacia la paradójica inmaterialidad de unas flores de intensa sensorialidad imaginaria que son la esencia poética de unas flores ideales que constituyen, de acuerdo con esta lógica interna, la esencia a su vez de un deseo de compartir la momentánea plenitud de este espacio material: lo que significa la culminación del sentido en el cierre del poema, es la voluntad de ofrecer un mensaje de alegría, la disposición a saltar por encima de la contingencia, al menos poéticamente, para darle la espalda a cuanto acecha al correr de los tiempos“

La poesia se escribe cuando quiere ella misma, cuando adviene, mientras que la novela es un trabajo constante, un asunto de remeros. La novela hay que forzarla, mientras que la poesia no se deja forzar. Paradójicamente, yo sólo me siento escritor en el terreno de la novela. Cuando escribo poesia me limito a ejercer de escriba obediente.

De igual manera que no hay verdaderos escritores sin que existan auténticos lectores, no hay lector que no manifieste un escritor, en ejercicio o en ciernes, en obra o en ausencia, en marcha o en silencio. O dicho de otro modo, todos somos escritores secretos, según para quién y según cómo. Lo que ocurre es que algunos somos más o menos secretos que los demás.

La flor como paradigma de la poética de Carlos Marzal destaca en un poema de corto desarrollo pero de una intensidad encomiable en el desarrollo de la imagen de supervivencia casi sobrenatural de la humilde buganvilla en el tórrido verano. Escribe Carlos Marzal en Extraña forma de vida :

Bajo el yunque de fuego
que el sol de agosto enciende
en el muro encalado, se derriten los pétalos
de una sedienta buganvilia grana.

Qué extraña esta belleza moribunda,
esta desaforada desnudez grandiosa,
esta sílaba escueta del milagro.

El corto poema muestra la habilidad de Carlos Marzal para generar emociones con la mezcla dosificada de recursos poéticos. La metáfora de una pared como yunque de fuego, las expresiones de calor extremo (yunque, fuego, sol, derretir, sed) se asocian para generar la imagen de esfuerzo extremo de supervivencia que la desprotegida buganvilla ejerce en un medio totalmente inhóspito. La ideal conclusiva parecería redundante si no condujese a la insuperable visión de la buganvilia en el último verso como una síiaba escueta del milagro.


Para ser escritor, es decir, para disponer de una obsesión, de una chifladura del gusto, hace falta ser, en cierta medida, un optimista. Al menos, un optimista práctico. Porque la acción, de cualquier género, requiere su brizna de fe. Los que no actúan son los absolutos desencantados, los negadores absolutos. La acción constituye siempre una manera de afirmar. Las conciencias más críticas de lo aconsejable para consigo mismas terminan por no poder obrar, por no saber hacerlo. De manera que, en mi particular modo de entender la inclinación lectora, considero esta actitud como el primer paso de la escritura.


Referencias

Francisco Diaz de Castro. Poesía y poética de Carlos Marzal.  Edicions UNIB Universitat de Illes Balears (2009)

Marta B. Ferrari Vivir con las palabras: poesia y pensamiento de Carlos Marzal 2010

Victor Manuel Sanchís Amat. Carlos Marzal y los arañazos de felicidad.  

Colectivo Addison de Witt. Anima mía de Carlos Marzal.
 
Carlos Marzal. Poética y Poesís. Fundación Juan March

M.A. Rubio Sánchez y E. Fernández Robledo. Conceptismo, el tiempo y la otredad como alma de creación en Ánima mía de Carlos Marzal. Cartaphilus 5 (2009), 152-166