21 Febrero

TOM WOLFE

La publicación de su última novela Bloody Miami, ha devuelto a la palestra a Tom Wolfe, escritor norteamericano reconocido por su aportación al periodismo, también en el plano de las ideas. Su antología “Nuevo Periodismo” publicada en el año 1973, fue el punto de partido para la discusión sobre el papel del periodista en la sociedad actual y, sobre todo, para la concreción literaria de su rol en un nuevo género, a medias entre el simple reportaje y la novela.
 
Tras sus estudios universitarios, incluido un doctorado en Estudios Americanos por la Universidad de Yale, se dedicó de pleno al periodismo cuando su práctica en un diario pequeño le cautivó. “Todas las personas en este país que empezaban en la universidad con la intención de ser un escritor serio, la novela es la única meta. Era la cosa más seria, el logro más codiciado. Pero, para mí, en un momento determinado el periodismo se convirtió en algo muy interesante y me dediqué a eso”. Entre 1959 y 1962, trabajó en The Washington Post como cronista de la ciudad. Siguió escribiendo como freelance para la revista Esquire y fue creando en ese tiempo su estilo propio, que terminó siendo el paradigma del Nuevo Periodismo, básicamente la escritura de reportajes periodísticos con estilo literario novedoso.
 
Los vaivenes de la fortuna y los cambios sociales y tecnológicos ha hecho que la redacción de noticias se haya convertido ‘de facto en la literatura de nuestro tiempo’, que es utilizada tanto para proporcionar información al público, como para su entretenimiento. Este fue el punto de partida de Wolfe junto con otros escritores como Truman Capote, probablemente el precursor del nuevo género, para fomentar una vía intermedia entre ficción y periodismo, con límites difusos entre el informe documental y el concepto moderno de narrativa, cuyo amplio espectro trata de reflejar la realidad cambiante que el espectro de narrativas que surgen de la combinación de las manifestaciones de la conciencia y la experiencia fenomenológica.
 
La antología de Wolfe “El nuevo periodismo” dio un vocabulario a los métodos y técnicas practicadas por los escritores de la nueva forma literaria. La definición de Wolfe actuó como punto de partida para escritores como James Murphy, John Hollowell, Ronald Weber y Norman Sims, que la ampliaron y la modificaron, si bien manteniéndola dentro de los confines de los principales presupuestos de Wolfe acerca del estilo, la metodología y el potencial de la nueva forma.
 
Además, con la propuesta de escribir “literatura” como forma opuesta al mero informe periodístico Tom Wolfe podía experimentar la satisfacción y orgullo de una misión considerada de mayor nivel y más noble. Mientras que la misión del periodismo convencional era fundamentalmente informar y permitir el juicio objetivo mediante la aportación de un rango específico de datos, a menudo inexactos e incompletos, Wolfe se interesaba en establecer una interpretación de la verdad en sentido amplio, ejerciendo un tipo de reportaje imaginativo.
 
La renovación periodística del Nuevo Periodismo se sustentó en dos bases claves. La primera de ellas es la dimensión estética que bebe de las técnicas narrativas de ficción, entroncadas con el realismo. Los recursos más efectivos en la escritura del Nuevo Periodismo son la reconstrucción escena por escena de la historia, con descripciones muy detalladas, en contraste con una narración conclusiva que resalta la parte final; el uso de extensos diálogos de gran realismo, que proporcionan múltiples puntos de vista y no solo el del autor; y el dibujo del estilo de vida de los personajes incluyendo incluso símbolos no verbales y el uso de lenguaje urbano.
 
La segunda base del Nuevo Periodismo es la dimensión investigadora, en la que el periodista trata de manejar la mayor información posible, salir a la calle y procurar estar en el lugar de los hecho, en los que se aplican criterios de precisión, verificación y objetividad. Recuérdese que Truman Capote escribió en 1966 A sangre fría, su trabajo más celebrado, una non-fiction-novel publicada tras 5 años de intensa investigación. En la preparación de sus trabajos acumuló Tom Wolfe, durante años, notas, bocetos y borradores, cuadernos llenos de entrevistas y gran parte de su correspondencia, unas diez mil cartas desde 1955 hasta la actualidad, que permiten documentar exhaustivamente cómo evolucionó el escritor y, sobre todo, las innovaciones que Tom Wolfe desarrolló en la metodología del Nuevo Periodismo.
 
La Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL), adquirió a finales de 2013 los archivos de Tom Wolfe, que pasa a formar parte del rico fondo literario de la Biblioteca. De esta forma, se «proporcionará una ventana a través de la que acercarse a los estudios más amplios de la literatura, el periodismo, la cultura, la política y la vida en la ciudad de Nueva York» según el director de la biblioteca. 
 
El legado contiene también dos borradores originales de La hoguera de las vanidades, su primera novela (1987). Tom Wolfe, es el autor de cuatro novelas entroncadas con el realismo dickensiano que retratan a los Estados Unidos en toda su magnitud, dando importancia al entorno social de sus personajes como medio para explicar sus ideas y conductas, explorando los temas de sexo, género raza, inmigración, dinero e tendencias ideológicas como elementos que actúan de forma contradictoria a la vez de divisores e integradores de la sociedad estadounidense.
 
A La hoguera de las vanidades siguió Todo un hombre (1998), Soy Charlotte Simmons (2004) y ahora, Bloody Miami (2013). De Tom Wolfe se dice que es “uno de los escritores más notables de la América de la posguerra por su estilo único e innovador, así como sus observaciones perspicaces y agudas”.
 
El protagonista en La hoguera de las vanidades es un asesor financiero, una estrella entre sus colegas de una firma de brokers, que se ve sometido dificultades jurídicas, matrimoniales y económicas cuando se pierde por las calles del Bronx neoyorquino. La desorientación se produce cuando se desplaza con su amante, recién llegada de fuera, hacia su lugar de encuentro privado. La narración le da pie para describir Nueva York, con todos sus esplendores y todas sus miserias.
 
Charlie Croker, en Todo un hombre, es el dueño de un imperio inmobiliario de Atlanta, que solicitó un crédito bancario que no logra pagar. Acosado por la entidad bancaria, Croker, que sufre el acecho de la vejez a sus 60 años, recorre un largo calvario en el que le acompañan el abogado negro Roger White II y el joven Conrad Hensle, uno de sus empleados. La extensa novela da lugar a una cruel y feroz crítica al poder establecido y a la arrogancia de la riqueza.
 
Con Soy Charlotte Simmons, Wolfe aborda el mundo de las universidades de élite. Charlotte Simmons, una brillante estudiante de pueblo, obtiene una beca para estudiar en la prestigiosa Universidad de Dupont. Pronto abandona el candor pueblerino para comprobar que el sexo, las drogas y el alcohol desempeñan un papel mucho más destacado que el saber y los libros de texto en la universidad americana de los “elegidos”. Wolfe aprovecha también la trama para exponer con visión crítica los conflictos de raza y clase en la sociedad americana.
 
De los grandes escritores estadounidenses vivos que trazan su linaje desde Melville y Twain, desde London y Dos Pasos, desde Hemingway y Faulkner, y hasta Truman Capote y Hunter S. Thompson, ¿quién se mantiene aún de pie en el ring, luchando ambiciosamente por la caza del Gran Premio –más elusivo que la Ballena Blanca que arrastró al abismo a Ahab y su tripulación–: la Gran Novela Americana? Hay sólo una respuesta: Tom Wolfe”. (Andrés Hax)
 
Ahora, Wolfe cambia de escenario en Bloody Miami. Se trata de otra novela coral, Wolfe organiza su novela por grupos de personajes que provienen de entornos sociales muy diferentes entre sí y a los que retrata con enorme riqueza de detalles: un joven policía cubano que convierte en un traidor para su comunidad, la novia que prefiere liarse con otro, un millonario adicto a la pornografía, un joven periodista que busca reconocimiento, un inversor ruso probablemente de la mafia y una galería de personajes con los que Wolfe describe una ciudad dominada por los cubanos. Afirma Wolfe que “Miami es la única ciudad de América, y quizá del mundo, donde una población venida de otro país, de otra cultura, con otra lengua, se ha hecho dueña del territorio en sólo una generación, y lo demuestra en las urnas, y en el posterior ejercicio del poder”.
 
Aunque sus tres novelas anteriores han sido best-sellers no han escaseado las críticas, especialmente entre sus propios compañeros de profesión, como John Updike, Norman Mailer y John Irving quienes afirmaron que los libros de Tom Wolfe son puro entretenimiento, no literatura. El propio Tom Wolfe reconoce el papel secundario de la ficción en su obra literaria: sospecho que mi obra de no-ficción al final es más importante, desde el punto de vista literario, que mis novelas. En un gesto que caracteriza al personaje, Wolfe respondió a las críticas con un ensayo llamado Mis tres chiflados satirizando a sus tres atacantes. Una secuela de dicho ensayo son las manifestaciones en relación con los autores norteamericanos de ficción.
 
La novela americana ha muerto.
 
El problema es que la formación de los años veinte y treinta era esencialmente francesa, y los franceses nunca han valorado el realismo del mismo modo que los escritores americanos. Se admiraba a Rimbaud, a Baudelaire autores díficiles de entender que implicaban un esfuerzo y que, por lo tanto, te situaban en un plano superior si los entendías. Después de la Segunda Guerra Mundial todas esas cosas como el realismo mágico llegaron a la literatura americana. Y ahora tenemos la novela psicológica, con autores mirándose a sí mismos en vez de salir a la calle, donde están las historias de verdad, y hablar con la gente.
Soy fundamentalmente periodista. Incluso como novelista, soy periodista antes que nada. Pienso que todas las novelas deberían ser periodismo para comenzar, si puedes ascender desde la base hasta esta maravillosa y terrorífica altura. No creo que sea posible entender al individuo sin antes comprender a la sociedad. Página 2 (RTVE) (Pulsar en imagen)Página 2 - Wendy Guerra
 
Finalmente, un aviso para navegantes: Sería complicado para mí si comenzase ahora como escritor. Cada vez es más difícil, porque cuesta más hacerse un nombre. ¿Sabría decirme el nombre de los cinco mejores escritores de blogs? Pues ahí está la respuesta. Además, ahora todo el mundo quiere hacer lo mismo: escribir para la televisión y hacer los guiones de «Los Simpson». Y yo, la verdad, no quiero tomar parte de algo en lo que no puedo ser nombrado o identificado. Es vanidad, sí, pero la mayoría de la gente que escribe no lo hace por dinero, sino para hacerse un nombre
 

Fuentes principales:

Millonario legado- Inés Martín rodrigo

Tom Wolfe in California- Michael Anton

New Journalism - Maitrayee Basu

Ensayo - Richard A. Kallan

La novela seria está muerta -Andrés Hax

Reseña - César Coca